EL BOSQUE SILENCIOSO
Escrito por: Paula Castillo de 6A
Donde los árboles susurraban y contaban secretos, y el aire gélido del invierno impregnaba tu nariz, se encontraba una cabaña en medio del bosque. En esa cabaña habitaba una niña de tez pálida, cabello rojizo y ojos que reflejaban la esencia del bosque. La llamaban Caperucita Roja.
Un día, la mamá de Caperucita la envió a entregar unos dulces que había preparado para su abuela, quien últimamente se encontraba muy enferma. Caperucita, muy cortés, sonrió y dijo: “Claro, mamá, tomando la canasta que estaba sobre el mesón y dirigiéndose a la puerta”. Su mamá sonrió, pero antes de que su hija saliera, le advirtió: “No hables con extraños”. Caperucita asintió y salió por la puerta.
Ya en el bosque, la niña iba tarareando una canción y dando saltitos. Sin embargo, mientras caminaba, se escuchaban disturbios y rugidos entre los arbustos. Algo la acechaba entre las sombras, y de repente, un lobo apareció frente a ella.
Aquel lobo, con ojos rojos y sonrisa maliciosa, la saludó y le dijo: “¿Quieres jugar un juego?”. Caperucita no recordó las palabras de su madre y se puso muy contenta al escuchar la palabra “juego”, así que aceptó.
El lobo sonrió y comenzó a explicar las reglas: debían cruzar el bosque por caminos diferentes, y el primero en llegar a la casa en el barranco ganaría una moneda de oro. Al ver la moneda resplandeciente, a Caperucita se le iluminaron los ojos, imaginando cuántas cosas podría comprar con ella.
El lobo sonrió al ver que Caperucita aceptó jugar. “Tú irás por el camino de la izquierda y yo por el de la derecha”, dijo. Caperucita asintió y se volteó a mirar el camino que le tocaba. Era oscuro y tenebroso, con ramas y arbustos cubriendo gran parte del sendero. En ese momento dijo: “Bueno, va a comenzar la carrera en 3, 2, 1, ¡ya!”.
El lobo comenzó a correr, pero no tenía en cuenta que alguien lo seguiría en silencio. Llegó al barranco y, al no ver a Caperucita por los alrededores, se alegró y se escondió detrás de la casa, sin darse cuenta de que alguien lo estaba esperando.
Al llegar a la parte trasera de la casa, el lobo estaba jugando con la moneda, pero no notó que alguien lo esperaba. Cuando se dio cuenta, no pudo correr. Soltó la moneda y, en un descuido, lo empujaron al vacío, acabando con su vida.
El sol se ponía en el horizonte, iluminando el bello ocaso de esa tarde de invierno. Caperucita vio cómo sus flores favoritas se teñían de carmín y, sonriendo, recogió la moneda de oro entre sus dedos.
“Abuelita, ya llegué”, anunció Caperucita al entrar en la casa de su abuela. “Ven, hija, siéntate a escuchar la radio conmigo”, respondió la abuela desde el sofá. La niña se sentó entre las piernas de su abuela, y comenzó a sonar en la radio: Noticias de última hora: se han reportado varios casos de asesinato cerca del bosque del pueblo. Creemos que son a causa del invierno o de los osos, ya que en el último mes se han encontrado más de seis cuerpos, todos con características comunes como brazos fracturados, espalda rota y un caso en común es encontrar los cuerpos infestados de flores rojas. Seguiremos trabajando en el caso y recomendamos no salir al bosque por la noche. Gracias y los esperamos para más noticias.
En ese momento, Caperucita Roja sonrió, sabiendo que no serían los únicos juegos que volvería a jugar.